Mediante la videorrinofibroscopia exploramos la nariz, la rinofarige, nasofaringe o cavum, la hipofaringe y la laringe, lo que nos permite visualizar estas áreas de difícil acceso y realizar diagnósticos precisos de las mismas. La exploración es indolora pero puede suponer una pequeña molestia por el roce que produce aunque suele ser bien tolerada sin ningún tipo de anestesia.
Dependiendo del tipo de sordera y de los síntomas asociados la videorrinofibroscopia puede aportarnos información sobre el estado de las fosas nasales y de la posible repercusión de cualquier anomalía (p.ej., rinitis, vegetaciones, pólipos, etc) en la permeabilidad de la trompa de Eustaquio. Esta se encarga de mantener la presión en el oído medio igualándola a la atmosférica para que la transmisión del sonido a través del oído medio sea adecuada manteniéndo la mejor audición posible.