El vértigo posicional paroxístico benigno es el motivo más frecuente de consulta en las clínicas otoneurológicas. Se caracteriza por episodios de vértigo a menudo con nauseas, de aparición brusca, generalmente breves (menos de un minuto) provocados por algunos movimientos y/o determinadas posiciones.
Lo producen partículas de carbonato cálcico u otoconias de los órganos vestibulares (del utrículo en el vestíbulo) de los que se desprenden desplazándose a los canales semicirculares, pudiendo flotar libremente a modo de minúsculos cálculos dentro de ellos (canal-litiasis) o adherirse a sus órganos receptores o cúpulas (cupulolitiasis), moviéndose en ambos casos con los cambios de posición (al levantarse, tumbarse o cambiar de posición en la cama; al mirar hacia arriba, al bajar la cabeza, al girarla). Al moverse, las partículas desplazan a su vez a los receptores estimulándolos, lo que produce vértigo al moverse o pocos segundos después.
Dadas las conexiones nerviosas específicas de cada canal semicircular con los músculos que mueven los ojos, el estímulo de los receptores de cada canal en la posición que desencadena los síntomas produce, además de vértigo, movimientos oculares específicos en vaivén o nistagmo cuyas características (tiempo que tarda en iniciarse, dirección, duración etc.) nos permiten la identificación del canal estimulado y el mecanismo desencadenante (canal-litiasis o cupulolitiasis).
El VPPB puede presentarse asociado a infecciones víricas del tracto respiratorio superior, traumatismo craneoencefálico incluso leve, lesiones víricas del nervio vestibular o del laberinto, o lesiones vasculares de este último, síndrome del latigazo cervical, submarinismo, etc. aunque en alrededor de la mitad de los casos su origen es desconocido. En personas mayores es muy frecuente debido a cambios degenerativos laberínticos y es raro en la infancia, salvo cuando se realizan actividades con cierto impacto físico (p.ej. actividades recreativas en parques de atracciones). Se considera también la posibilidad de que esté relacionado con una alteración del metabolismo del calcio y su elevada incidencia en mujeres se ha asociado con efectos hormonales y migraña. El VPPB puede remitir espontáneamente y también puede ser recurrente en alrededor de la mitad de los casos pudiendo llegar a deteriorar la calidad de vida y a generar ansiedad y riesgo de caída.
El diagnóstico preciso del VPPB requiere realizar una serie de pruebas denominadas pruebas posicionales. En general, movemos la cabeza mediante una secuencia de movimientos que primero sitúan cada canal semicircular en el plano más sensible a la fuerza de la gravedad o en posición vertical (plano de máxima estimulación). A continuación se mueve la cabeza a una segunda posición que haga rotar el canal en ese mismo plano, lo que de existir partículas en su interior provoca que bajo el efecto de la fuerza de gravedad, se desplacen produciendo vértigo y nistagmo. El vértigo nos informa que un canal ha sido estimulado en ese plano y las características del nistagmo de cual es el canal y donde están localizadas las partículas. Así realizamos el diagnóstico y a la vez seleccionamos la maniobra terapéutica que realizaremos para desplazar las otoconias del canal semicircular en el que se encuentran al vestíbulo.
Los canales semicirculares están situados en el mismo plano por parejas y disponemos de pruebas posicionales que los sitúan y rotan en sus planos de máxima estimulación siendo los más afectados los posteriores y los laterales. De un 5-20% de los casos pueden presentar un VPPB combinado por afectación simultánea de varios canales semicirculares.
La realización de las pruebas diagnósticas y maniobras terapéuticas o de reposición utilizando la video-oculoscopia (o video Frenzel) nos permite explorar los movimientos oculares con el máximo detalle incluso gravarlos y revisarlos posteriormente, lo cual mejora de forma considerable el diagnóstico y los resultados de las maniobras en nuestros pacientes con vértigo posicional paroxístico benigno.