La paroxismia vestibular es un síndrome de vértigo recurrente o episódico con evidencias de que está producido por la compresión de una arteria sobre el nervio cócleo-vestibular en la fosa craneal posterior (compresión neuro-vascular), asumiendo que los episodios de vértigo son consecuencia de una transmisión anormal paroxísmica de fibras nerviosas parcialmente dañadas. El síndrome, no exento de cierta controversia, incluye una serie de síntomas y signos variados que, dependiendo de los casos, pueden parecerse a otros síndromes vertiginosos sin llegar a cumplir sus criterios y cuyo diagnóstico está respaldado por la prevención de los episodios en respuesta al tratamiento farmacológico.
El criterio diagnóstico del Classification Commitee de la Sociedad Bárány está basado fundamentalmente en la historia clínica y distingue dos categorias: paroxismia vestibular y probable paroxismia vestibular.
La paroxísmia vestibular caracterizada por:
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- Al menos 10 episodios de vértigo rotatorio o no rotatorio.
- Duración inferior a 1 minuto.
- Sintomatología uniforme en cada paciente en particular.
- Respuesta al tratamiento con carbamazepina ó oxcarbacepina.
- No cumple los criterios de otro diagnóstico.
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Probable paroxismia vestibular:
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- Al menos 10 episodios de vértigo rotatorio o no rotatorio.
- Duración inferior a 5 minutos.
- Desencadenamiento espontaneo o provocado por determinados movimientos de la cabeza.
- Sintomatología uniforme en cada paciente en particular.
- No cumple los criterios de ningún otro diagnóstico
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La paroxismia vestibular evoluciona generalmente de forma crónica, la frecuencia de los episodios varía mucho entre pacientes, desde muchos al día a unos pocos al año. La mayoría de los episodios son espontáneos aunque pueden ser inducidos al girar la cabeza y por hiperventilación. El vértigo, rotatorio o no, o la sensación de desplazamiento direccional suelen repetirse de forma similar en un mismo paciente y producen inestabilidad y desequilibrio si está de pie. Su duración puede variar de segundos a minutos y aumentar durante la evolución de la enfermedad debiendo tenerse en cuenta para el diagnóstico diferencial.
La localización del lado afecto no es siempre posible, algunos pacientes refieren durante los episodios acúfenos, hiperacusia, presión/parestesias en un oído que pueden orientarnos. A veces puede apreciarse un nistagmo horizonto-rotatorio hacia el lado de la lesión que puede ser provocado por hiperventilación. Aproximadamente la mitad de los pacientes muestran signos de hipofunción vestibular y en ocasiones pérdida auditiva unilateral. La resonancia magnética sirve para identificar el lado afecto aunque no es siempre posible.
La respuesta al tratamiento con bloqueadores de los canales de sodio respalda el diagnóstico. Si un paciente no ha sido tratado, este criterio no puede aplicarse y el diagnóstico debe ser de probable paroxismia vestibular.
La paroxismia vestibular puede adoptar formas clínicas más complejas que, aunque no cumplen los criterios de otros diagnósticos, hacen necesario realizar un diagnóstico diferencial minucioso con síndromes que varían desde la enfermedad de Menière, pasando por ataques de pánico, hasta la ataxia episódica tipo 2 y la epilepsia con aura vestibular. En estos pacientes trabajamos en colaboración con un neurólogo.